13.
Era el tercer día que nos encontrábamos en este maravilloso hotel y parecía que nada podía pasar. Nada hasta hoy. Parecía una escena sacada de mis peores pesadillas pero, sin embargo, de esto sabía que no escaparía cuando abriera los ojos. Esto era la vida real.
Adam y yo estábamos tomando el sol en la piscina-cáscada, como cada mañana, cuando una pareja a lo lejos consigue hacerme perder la concentración de mi charla con él para centrarme en ellos. No fui la única a la que le pasó. Él estaba atónito, más a un si cabe, a dicha pareja. Creíamos que todo se acabaría hasta que ambas figuras se movieron al unísono y acabaron posicionándose delante de nosotros. Él era James. Ella era una pelirroja que no alcanzaba a conocer.
- Hola James... - Dije haciendo un mohín.
- Hola Erleen, yo también me alegro mucho de verte por aquí. - Contestó con tono sarcástico. - Te presento a mi novia, Alyson.
- Encanda de conocerles - Respondió la pelirroja.
Yo me estaba poniendo enferma con tanta tensión y con esta estúpida y absurda situación. ¡Se supone que había venido aquí para tener momentos tranquilos y relajantes al lado de la persona que amaba! No para encontrarnos con personas que me desquiciarían de los nervios.
- Disculpa James, en este momento andamos un poco ocupados, ya que ahora tenemos nuestra sesión de masajes matinal. ¿Te hospedarás aquí? - Curioseó Adam, haciendo que la situación fuera más llevadera para mí.
- Sí, efectivamente. Necesitaba un tiempo de descanso, ya saben la gran ciudad hace que uno... esté cada día más agotado. Creo que me entienden, ¿no? - Siguió burlándose. - Nos veremos más a menudo por aquí.
- Hasta luego James. - Finalicé yo.
- Ah, por cierto - Quiso seguir él - Disfruten del masaje.
No contesté nada, ni siquiera me volví para gritarle. Estaba cansada de seguir con sus estúpidos juegos, sólo buscaba llamar la atención y no le iba a conceder el gusto de salirse con la suya.
- Erleen, debes de relajarte, esto es solo un contratiempo, no tenemos por qué hacerlo una montaña de arena. - Intentó consolarme Adam.
- Lo sé, pero todo lo que había conseguido en tres días, esa desconexión total, esa forma de relajarme, de olvidarme que estábamos a escasas horas del barullo y de la pesadez del día a día, esa paz que envolvía todo mi cuerpo y que me hacía flotar... ¡Se ha esfumado! - Estaba desbordada.
- Bueno, reconozco que su presencia aquí no es de mi agrado, pero ¿qué otra cosa podemos hacer? ¿Caer en su trampa y estar donde quiere que estemos? ¡No! ¡Erleen, es ahora cuando tenemos que demostrar lo fuertes que somos juntos! - Dijo casi en un grito de guerra.
- Tienes razón Adam, estoy totalmente de acuerdo contigo. Donde las dan, las toman y nosotros no somos fáciles. - Sonreí.
- Esa es mi chica. Tenemos que seguir demostrándole que hemos hecho una vida conjunta y que él no forma parte de ella. - Concluyó.
- ¿Sabes? Ahora me viene a la mente esa frase que escuche en algún blog, libro, diario, canción o donde sea que vi: "Tú eres fuerte. Yo soy fuerte. Juntos somos invencibles." - Fueron mis últimas palabras.
Continuará...