6.
Termino de escribir esas últimas líneas dedicadas a un público anónimo, al cual no sé si alguna vez se lo enseñaré, entonces, en ese preciso momento, él se revuelve entre las sábanas hasta que consigue girarse del todo y quedar de frente a mí. Sin embargo, aún sigue durmiendo. Es una imagen como ninguna ha existido. Siempre he tenido la fotografía como hobbie y creo que jamás había visto un retrato tan hermoso. Él a mi lado, durmiendo pacíficamente, mientras que una tenue luz, procedente de la ventana, baña su rostro y su cuello. Me quedé un largo rato embobada mirándole cuando de repente, me descubrió observándole en secreto. Entonces sonrió:
- ¡Buenos días, cielo! ¿Pasa algo? – Preguntó sin quitar la sonrisa de la boca.
- ¿Pasar algo? No, no. ¿Qué va a pasar? Tan sólo observaba mientras dormías, acaso ¿no puedo? Para una vez que me despierto yo antes… – Le contesté algo sonrojada.
- Jajajaja la verdad que sí, hemos batido un record creo. – Se rió.
- Mira que te gusta molestar cuando quieres, ¿eh? – Le dije algo molesta.
- ¡Báh, no te enfades! Que era una broma, además, fuiste tú la que empezaste yo tan sólo… tan…sólo… continué con lo que tú dijiste. – Contestó con esa sonrisa en la cara que tanto me hacía enloquecer. Esa que sabía que si la ponía me iba a derretir viva.
- Venga, me voy a la ducha que hoy tengo que ir al hospital a hacer unos papeleos. ¿Tú piensas hacer algo? – Quise saber.
- Ahora que lo dices… sí, tengo que dormir más. ¡”Buenas noches pequeña”! – Fue su respuesta.
Entonces tal y cómo había dicho, me dirigí hasta el armario, elegí la ropa que me iba a poner más adelante, prefería llevármela ya a la ducha para no estar entrando otra vez a la habitación y de esa forma incomodarle o despertarle. Cogí lo primero que alcancé a ver entre la semioscuridad que había en mi habitación y, de la forma menos ruidosa posible, salí de ella rumbo al baño. Una vez ahí una larga ducha, con el agua muy muy caliente como a mí me gusta, tanto que hasta quema. Sin embargo, creo que era la mejor forma de quitarme todos los dolores de espalda que estaba teniendo. Tras esa ducha relajante, me dirigí hasta la cocina, engullí un vaso de leche Nesquik y un croissant que habíamos comprado el día anterior. Después de cepillarme los dientes y de terminar de prepararme, me fui hacía la calle a encontrarme con una de las pequeñas maravillas que tenía a mi alcance: mi coche.
Llegué en media hora al hospital. Perfecto, creo que incluso voy a salir antes de lo que pensaba, pues no hay mucha gente en la parte donde tengo que coger para hacer las historias y todo el papeleo procedente. Sin embargo, aunque la mañana pintaba de una forma más relajada, no fue para nada así. Hubo una emergencia en el hospital, necesitaban el mayor número de médicos que se encontraban en él, tanto con guardia o sin ella para asistir a toda las personas que acercaban al hospital. Un conductor de autobús borracho había chocado contra un pequeño coche en el que iba toda una familia y si fuera poco perdió se volcó provocando que los pasajeros del autobús salieran heridos. En seguida, cogí mi teléfono móvil para informar a Adam de lo ocurrido y que viniera a ayudar, aunque él fuera ingeniero médico, pero como había algunas máquinas que no funcionaban correctamente, él podía arreglarlas. Así que en cuanto colgué mi teléfono me puse manos a la obra.
En total llegaron al hospital 23 personas, 5 de las cuales procedían de esta familia a la que le habían fastidiado su estupendo plan de vacaciones. El resto eran pasajeros que se encontraban en el autobús, unos más graves que otros. El más perjudicado de todos era el padre de familia, el cuál conducía el pequeño coche familiar.
Tras ir a visitar a los pacientes llegué a uno de los que se encontraba en el autobús, uno de los que menos afectado estaba. Me acerqué a él sin fijarme en su cara, puesto que estaba leyendo su historia para saber qué era exactamente lo que tenía que mirar, y curar. Entonces reparé en el nombre James. El corazón me dio un vuelco, pensé que me iba a morir ahí mismo y pensé: “no puede ser él”. Sin embargo seguí leyendo su nombre y sí, esos eran sus apellidos…
Continuará...
Termino de escribir esas últimas líneas dedicadas a un público anónimo, al cual no sé si alguna vez se lo enseñaré, entonces, en ese preciso momento, él se revuelve entre las sábanas hasta que consigue girarse del todo y quedar de frente a mí. Sin embargo, aún sigue durmiendo. Es una imagen como ninguna ha existido. Siempre he tenido la fotografía como hobbie y creo que jamás había visto un retrato tan hermoso. Él a mi lado, durmiendo pacíficamente, mientras que una tenue luz, procedente de la ventana, baña su rostro y su cuello. Me quedé un largo rato embobada mirándole cuando de repente, me descubrió observándole en secreto. Entonces sonrió:
- ¡Buenos días, cielo! ¿Pasa algo? – Preguntó sin quitar la sonrisa de la boca.
- ¿Pasar algo? No, no. ¿Qué va a pasar? Tan sólo observaba mientras dormías, acaso ¿no puedo? Para una vez que me despierto yo antes… – Le contesté algo sonrojada.
- Jajajaja la verdad que sí, hemos batido un record creo. – Se rió.
- Mira que te gusta molestar cuando quieres, ¿eh? – Le dije algo molesta.
- ¡Báh, no te enfades! Que era una broma, además, fuiste tú la que empezaste yo tan sólo… tan…sólo… continué con lo que tú dijiste. – Contestó con esa sonrisa en la cara que tanto me hacía enloquecer. Esa que sabía que si la ponía me iba a derretir viva.
- Venga, me voy a la ducha que hoy tengo que ir al hospital a hacer unos papeleos. ¿Tú piensas hacer algo? – Quise saber.
- Ahora que lo dices… sí, tengo que dormir más. ¡”Buenas noches pequeña”! – Fue su respuesta.
Entonces tal y cómo había dicho, me dirigí hasta el armario, elegí la ropa que me iba a poner más adelante, prefería llevármela ya a la ducha para no estar entrando otra vez a la habitación y de esa forma incomodarle o despertarle. Cogí lo primero que alcancé a ver entre la semioscuridad que había en mi habitación y, de la forma menos ruidosa posible, salí de ella rumbo al baño. Una vez ahí una larga ducha, con el agua muy muy caliente como a mí me gusta, tanto que hasta quema. Sin embargo, creo que era la mejor forma de quitarme todos los dolores de espalda que estaba teniendo. Tras esa ducha relajante, me dirigí hasta la cocina, engullí un vaso de leche Nesquik y un croissant que habíamos comprado el día anterior. Después de cepillarme los dientes y de terminar de prepararme, me fui hacía la calle a encontrarme con una de las pequeñas maravillas que tenía a mi alcance: mi coche.
Llegué en media hora al hospital. Perfecto, creo que incluso voy a salir antes de lo que pensaba, pues no hay mucha gente en la parte donde tengo que coger para hacer las historias y todo el papeleo procedente. Sin embargo, aunque la mañana pintaba de una forma más relajada, no fue para nada así. Hubo una emergencia en el hospital, necesitaban el mayor número de médicos que se encontraban en él, tanto con guardia o sin ella para asistir a toda las personas que acercaban al hospital. Un conductor de autobús borracho había chocado contra un pequeño coche en el que iba toda una familia y si fuera poco perdió se volcó provocando que los pasajeros del autobús salieran heridos. En seguida, cogí mi teléfono móvil para informar a Adam de lo ocurrido y que viniera a ayudar, aunque él fuera ingeniero médico, pero como había algunas máquinas que no funcionaban correctamente, él podía arreglarlas. Así que en cuanto colgué mi teléfono me puse manos a la obra.
En total llegaron al hospital 23 personas, 5 de las cuales procedían de esta familia a la que le habían fastidiado su estupendo plan de vacaciones. El resto eran pasajeros que se encontraban en el autobús, unos más graves que otros. El más perjudicado de todos era el padre de familia, el cuál conducía el pequeño coche familiar.
Tras ir a visitar a los pacientes llegué a uno de los que se encontraba en el autobús, uno de los que menos afectado estaba. Me acerqué a él sin fijarme en su cara, puesto que estaba leyendo su historia para saber qué era exactamente lo que tenía que mirar, y curar. Entonces reparé en el nombre James. El corazón me dio un vuelco, pensé que me iba a morir ahí mismo y pensé: “no puede ser él”. Sin embargo seguí leyendo su nombre y sí, esos eran sus apellidos…
Continuará...
uiuiuiuiuiuiuiuiuiui esto se pone interesante! :D
ResponderEliminarooooh,
ResponderEliminaracabo de leerme todos los capítulos y esto está que arde, me encanta!
Elena :D soy Cristina que me fije en tu tuenti y vi que tenias blog también, asi que nada empezare a seguirte y a leerme desde el principio esta historia.
ResponderEliminarUn beso :)
quiero maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!
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