miércoles, 7 de julio de 2010

Encuentro inesperado.

Era noche cerrada, noche de un caluroso verano. El reloj marcaba las dos de la madrugada, sin embargo yo estaba tan despierta como si fueran las doce del mediodía.

Era una noche típica, como otra cualquiera. Yo, sobre mi cama intentando conciliar el suelo. ¿La única pega? Que estaba sola. Cuando se tiene a esa persona importante a tu lado, cerca tuyo, parece que te dejas dormir más rápido por la seguridad que te brinda su compañía. Sin embargo, ahí estaba yo, desvelada y dando vueltas entre las sábanas.

Sí, sin duda, era una noche cualquiera. No, en realidad, no. Algo iba a suceder, algo iba a cambiar y hacer que fuera totalmente diferente y única.

Un ruido se va colando entre mis ventanas hasta que soy capaz de poder percibirlo con total claridad. Un sonido que cada vez me es más familiar. El sonido de ese motor que ruge como si de un tigre se tratara. En seguida, dí un salto de la cama y salí al balcón. Efecticamente, no me equivocaba, ahí estaba tu coche. Ahí estabas tú, apoyado en el lateral de tu Escarabajo mirando hacia arriba haciendo que nuestras miradas se cruzaran. Esa mirada que logró conquistarme tiempo atrás.

Cogí lo primero que alcancé a ver, me lo puse lo más rápidamente posible. Salí sin hacer ruido de casa, bajé las escaleras de la forma más apresurada que conozco, me dirigí a la calle y eché a correr a tu encuentro. Me cogiste al vuelo mientras estábamos abrazados.

- ¿Y esto? ¿Qué haces aquí? - Pregunté algo extrañada y extasiada de la carrera.
- Vine a recogerte porque no podía esperar a mañana para volver a verte. Además, tampoco podía dormirme, no sé porqué, pero no podía, así que decidí coger el coche y pasar a buscarte. - Me contestó con detalle.
- Yo tampoco he podido dormir. Es genial que hayas venido. ¿Adonde vamos? - Quise saber.

- Eso lo sabrás más tarde. - Dijo mientras me tapaba los ojos con una venda.

Nos subimos al coche, rumbo a ese lugar tan misterioso. Sin embargo, el trayecto se hizo ameno ya que de su reproductor de música iban apareciendo canciones muy significativas para nosotros.

Tras un largo rato, que a mí se me hizo eterno, el coche se paró, ya no había ningún ruido, aunque de fondo sonaba algo que no lograba captar muy bien. Con dificultad me ayudó a bajar del coche y me indicó donde debía de esperar. Entonces fue cuando me quitó la venda. Debajo de nosotros unas escaleras que dirigían a una playa, una de mis playas favoritas.

- Aquí nos quedaremos un rato, quiero ver cómo amenece a tu lado. He preparado algo ahí abajo, en la arena, para que podamos dormir si lo deseas. - Me indicó.
- Me parece totalmente perfecto. - Su mano alcanzó la mía y juntos nos dirigimos hacia las cosas.

Pasaron las horas y tras echar una larga, pero a la vez corta, cabezada me comienzo a despertar entre el rúgido de las olas y entre los pequeños besos que me daba.

- ¡Buenos días princesa! Ya comienza a amanecer. ¿Lo ves? ¿No te parece genial? Hoy ha sido una gran noche, he podido ver cómo dormías, que, por cierto, ha sido un placer, totalmente un placer, mirarte mientras lo hacías y ahora estamos viendo este pedazo de amanecer juntos. Creo que jamás había visto uno tan bonito. - Me susurró al oído mientras yo le sonreía.
- ¡Buenos días cielo! Lo siento muchísimo, me quedé dormida y no me di ni cuenta, estábamos hablando y caí rendida. - Me disculpé.
- No te preocupes cielo, no veas lo que he disfrutado verte dormir, en serio, no tengas problema ninguno. Ahora tan sólo observa este amanecer. No digas nada más. - Y mientras decía esto me besó para sellar lo dicho.

Y tras ese gran amanecer que pudimos captar con nuestros propios ojos, nos fuimos, volviendo cada uno a nuestra casa, de forma disimulada para que no se notara nuestra ausencia nocturna.

Sin duda, lo que empezó como una noche cualquier, acabó siendo una de las mejores noches habidas y por haber.

2 comentarios:

  1. Ay, que historia más bonita ! me encanta la forma que tienes de narrar estas cosas.. sigue así Elena ! (:

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  2. me quito el sombrero con este texto! CHAPO!

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